Red Gold

viernes, 27 de julio de 2012

~Capítulo VII - Día confuso~

(Capítulo dedicado a 7, ¡va por tu número!)

La luz del día se filtraba a través de los ventanales de la habitación devolviéndome a la cruda realidad. La cabeza me daba vueltas, era como escuchar cientos de voces hablando desde distintos lugares. Tenía calor y estaba débil. No sabía qué día sería, quizá Sábado, quizá Domingo, quién sabe. El correteo de muchas personas me golpeaba aún más, obligándome así a levantarme. Bajo la puerta podía verse un sobre. Me vestí rápidamente y fui a recogerlo. Al abrirlo encontré la siguiente nota:

“Alire Damar, preséntese en el despacho del director inmediatamente.”

Muy corta, muy seca, diferente de la invitación… Abrí la puerta. Todos los correteos pararon de golpe. Las personas que yacían en el pasillo quedaron inmóviles mirándome. Reconocí la expresión. La mayoría eran miradas penetrantes, llenas de odio y muy negras. Caminé lentamente por los pasillos hasta llegar a la puerta, donde aún había más gente. Quizá era algo típico de los Sábados por el hecho de tener tiempo libre, pero… no me beneficiaba nada. Por detrás una bola de papel terminó por pegarme en la cabeza aturdiéndome momentáneamente. No iba a ser la única que recibiría en todo el trayecto… Otras tantas eran lanzadas mientras escuchaba las primeras quejas.

-¡¡ASESINA!!

-¡¡Fuera del Colegio!!

Al fondo, y apoyado en una de las paredes del edificio contiguo, Nico observaba la escena, vigilando como siempre. Tomando nota de cada movimiento. No sé por qué, pero no se molestaba en disimular. Estaba distinto, estaba raro. Disfrutaba viendo cómo los demás se echaban contra mí sin saber nada. Por delante, los estudiantes me dejaban paso separándose, mientras que por detrás se amontonaban y acercaban peligrosamente. Me sentía mareada, apoyé la frente en la mano derecha.

-Desgraciada... ¡¡PÚDRETE!!

Un vitoreo de gritos acompañaba a éste último como si algo importante fuera a suceder. Me giré. Me habían lanzado una piedra que de haberme tocado con mi estado actual me hubiera llevado al hospital. Sylph apareció de la nada interponiéndose en el camino y llevándose el golpe por mí.

-¡¿Qu-?! ¿Estás bien?

Hizo una mueca de dolor pero rápidamente se repuso. Me cogió de la muñeca y a grandes zancadas me acabó acompañando hasta el edificio donde estaría el despacho, siempre en silencio. Una vez dentro me dejó donde los sillones y se giró vigilando la puerta.

-Llama.

… No reconocí ningún gesto amigo, no comprendía su ayuda. El director me abrió y me ayudó a sentarme.

-Buenos días Alire. Espero que te encuentres mejor.

-Hola director, ¿para qué me llamaba?

-Verás… ya lo habrás notado. He recibido multitud de quejas para que te cambien de clase, de horario, incluso de Colegio, expulsándote. Apenas se les ha informado a los alumnos de lo que sucedió ayer y ya te tienen en el punto de mira. Y los que no, se callan por su propio bien.

Guardó silencio unos segundos y después se aclaró la voz, poniéndose en pie empezó a dar vueltas por el despacho.

-Vamos a cambiarte de horario.

Tragué saliva, no sabía si era bueno o malo. El mixto apenas lo había probado. Empezar otra vez de cero, intentar hacer amigos… No. Eso estaba lejos. Ayer pasó algo raro, algo conectado a la chica gótica y probablemente a las siluetas. Era tan ilógico y tan real a la vez...

-Explíqueme el nuevo horario.

-¿Qué te parece el nocturno? Serías trasladada a otro dormitorio y darías las clases con otras personas más… libres. Quiero decir, los de horario nocturno tienen un plus de movilidad y algunos privilegios que los demás no. Pero todo esto lo verás en la rutina.

-Me parece bien.

Tosí, me dolieron todos los huesos. No me fijé del todo antes, pero llevaba vendajes en la mano izquierda, gran parte del brazo derecho y en la cabeza. El director sonó la campana y Nico acudió veloz al interior.

-¿Me llamaba?

-Sí… Me gustaría que tomaras nota de lo siguiente. Alire, ¿podrías hacer el favor de contarnos todo lo sucedido? Necesitamos entregar un informe a las autoridades.

Estuve cosa de una o dos horas hablando con él. Ellos. Asentían con la cabeza de forma regular dándome a entender que apoyaban mi versión, pero yo seguía sin convencerme. Quizá me vendieron. ¿Qué habrían dicho ayer? Me desperté tranquila. Quizá me exculparon, quizá dedujeron lo que pasó. Espera, ¿deducir? Imposible… Lo cierto es que alguien como yo no pudo provocar tales heridas estando en el estado que estaba.

-Esto es todo. Muchas gracias, Alire. Nico te dará la llave de tu nuevo dormitorio, puedes permanecer en el actual hasta que gustes.

Nico se dispuso a darme una llave con un número inscrito. Parecía plateada, muy vieja. Acompañándome a la puerta acabaron por despedirme quedando ellos dos dentro.
Ya había pasado la hora de comer. Sylph permanecía sentada, casi tumbada, en uno de los sillones. Estaba muerta de sueño. Me acerqué al sillón y empecé a darle golpecicos, llamándola para despertarla. Su piel bronceada resaltaba en cantidad con la mía, que era de un tono bastante más pálido. Se notaba que éramos de continentes opuestos. Hasta en el cabello nos diferenciábamos, teniéndolo yo negro y ella rubio y más corto... Al cabo de unos segundos, abrió los ojos e instintivamente me agarró el brazo. Mentiría si dijera que no me dolió nada.

-Ah, eres tú.

Dijo algo decepcionada. No sabía cómo tomármelo. Se levantó y empezó a caminar hacia la puerta.

-Qué hambre... vamos a comer. Me gustaría hablar algo contigo.

-S-Sí…

Una vez en el exterior me hizo un gesto con el brazo. Supuse que quería que la esperara en la puerta mientras ella buscaba comida en la máquina, y así lo hice. Pocos minutos más tarde volvió con comida en las manos y empezó a caminar alejándose del recinto, hacia la salida.

-No está permitido salir… por lo menos no para ti.

-¿Para mí?

Quedó dubitativa unos minutos hasta traspasar la verja. El guardia nos dio permiso a ambas con tan sólo mirarnos. Estando ya cerca del bosque, Sylph terminó diciendo:

-Espera un momento, ¡¿te han cambiado de horario?!

Afirmé con la cabeza y volvimos a retomar el camino, ella fue delante mía guiándome por el bosque. No sabía a dónde quería ir pero se veía muy tranquila, como si conociera muy bien el sitio en cuestión. A los quince minutos acabamos llegando a una especie de claro con menos árboles y un montón de piedras. Parecían trozos de edificios antiguos cortados y esparcidos por el terreno. Estaban adornados con diferentes simbologías, no me sonaba ninguna pero su estilo me resultaba muy familiar. Sylph se sentó sobre una de las piedras y dejo la comida apoyada en ellas. No tenía suficiente confianza con ella así que cogí mi parte y me senté en otra diferente.

-Tengo curiosidad… ¿Qué fue lo que pasó?

Directa, no puedo culparla. A decir verdad era una de las pocas personas que quería oír mi testimonio antes de juzgar, o eso pensaba. Mientras ambas devorábamos poco a poco la comida me dispuse a contarle todo con precaución.

-Un chico se abalanzó sobre nosotros y… no pudimos hacer nada. Antes de darme cuenta… ya estábamos todos destrozaos…

Agaché la cabeza suspirando. ¿Debería de preguntar por el funeral o me echarían a patadas si acudiera?

-Mmm… ¿Nada más? Algún detalle o algo.

Terminé el bocadillo y me puse de pie. Era como si Sylph creyera lo que le decía, pero a su vez guardaba las distancias y evitaba usar palabras de más en sus preguntas. Empecé a caminar bordeando las piedras, ella tenía la mirada clavada en mí. Me recordaba en cierta forma a Nico vigilando desde las esquinas…

-Pues… estaba oscuro. El chico era rubio y… saltó de un tercer piso.

-Continúa

Lo que le acababa de decir a cualquiera podría parecerle suficiente para mandarme al manicomio, de hecho esto fue algo que evité comentar al Director. Los informes no necesitaban tener mi nombre sucio por ratas como aquella… Mientras bordeaba las piedras pude ver una bastante más alta que yo, con un símbolo curioso. Me quede atontada viéndola. La rodeé aunque tardé bastante en hacerlo, era demasiado ancha, y al otro lado pude ver como una entrada pequeña hacia el suelo, una entrada con sus escaleras. Espera, estábamos en unas ruinas antiguas pero… buff, muy confuso. La piedra, ésta entrada en concreto, parecía muy cuidada a lo largo de los años, no estaba desgastada ni tenía polvo, más bien parecía que le habían dado mucho uso. Baje tres escalones hasta poder ver un dibujo. El dibujo de mi reloj y… De repente escuché por detrás cómo Sylph se aclaraba la voz tosiendo para poco después ver cómo se me acercaba rápidamente girándome y sacándome de allí.

-Creo que debo irme… ¡Hasta otra!

Salí corriendo del lugar, corriendo como pude de camino al dormitorio. Siendo la hora de comer quizá la gente se acercaría al comedor, quizá no me molestarían… Estaba sudando y me encontraba de los nervios… No podía ser casualidad que Sylph me llevara a unas ruinas con el dibujo de mi reloj, con el dibujo de sus ropajes… y mucho menos que quisiera escuchar mi “testimonio”. No me quedé tranquila hasta estar en mi cuarto con la llave echada.

Me cambié los vendajes de la frente al notar que estaban sucios de sudor, y me puse otros húmedos para bajarme la temperatura. Me había subido la fiebre y empezaba a ver borroso. Me tumbé en la cama a reposar, no debí haberme esforzado tanto en el día de hoy y… aunque era de día no sería hasta la noche que me despertaría por varios golpecicos en mi puerta, golpecicos acompañados por la voz de Nico llamándome.

Me desperté, estaba ya vestida con el uniforme aunque un poco desarreglado.

-¡Alire! Abre, tenemos que trasladarte ya de cuarto.

-Voy…

Abrí la puerta y Nico entró silenciosamente.

-¿Tienes todo ya preparado?

Negué con la cabeza, él se sentó en mi cama esperando. Cogí mi maletín y metí en él los pocos objetos que tenía, casi todo lo del cuarto era del Colegio.

-¿Cómo te encuentras?

-Mareada… Esto me está viniendo grande.

-Jajaja tranquila, de aquí a unos días todo habrá terminado.

Con todo preparado salimos de la habitación. Me guió por el recinto hasta llegar a un edificio aun más apartado y me condujo por los pasillos hasta una habitación en uno de los extremos más alejados del edificio. Era grande, muy lujosa, preparada para una persona. Tenía hasta balcón.

-Guau

Nico me miraba, tenía la cara feliz aunque yo no entendía del por qué.

-Pues ya está todo, lamento que hayamos tenido que traspasarte por la noche pero…
surgieron contratiempos. Te dejo, quizá se acerquen a saludarte.

-Vaya, espero que no

-¡Nos vemos!

Se fue cerrando la puerta, esta vez ya no tan silenciosamente. No tenía ganas de nada, estaba rota y cansada así que me desplomé en la cama. Mañana sería Domingo.

-Vaya… No esperaba verte por aquí

¡¿Pero qué?! Una voz... ¿De dónde viene?

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